Desde hace ya días se venía especulando con que Doctor Music Festival tendría que abandonar su mítico emplazamiento pirenaico por presiones de la administración local. Este mediodía se ha confirmado en rueda de prensa que finalmente tendrá lugar en el Circuito de Montmeló, pasando de cuatro a tres días, pero manteniendo casi al completo la programación de la jornada sacrificada y añadiendo nuevos nombres como Empire of the Sun, Johnny Marr, Kamasi Washington, Luciano y Putochinomaricón. Enfrentamos a dos de nuestros colaboradores para conocer su visión del tema.
A favor: Que Doctor Music Festival ha pervertido con este movimiento su esencia misma es algo tan difícil de rebatir como que la tierra no es plana. Pero lo que nunca se sabrá es quién tiene la culpa en este desaguisado, si la organización o la administración. Lo que sí se sabe es que, al menos, han puesto todo de su parte para que el espectáculo continúe en condiciones más o menos similares. Quizá Montmeló sea un recinto desalmado, pero ahí se han celebrado algunos eventos musicales con producción de alto nivel. Algunos se echarán las manos a la cabeza por haber reducido la programación de cuatro a tres días, pero los artistas del jueves se han reubicado casi por completo (¿qué culpa tiene DMF de que Keith Flint se suicidase si hasta han conseguido que la diva de Billy Corgan acceda a tocar con sus Smashing Pumpkins antes que The Strokes?). Han ofrecido, además, la devolución del importe de las entradas para todo aquel que ya no quiera ir y hasta una compensación para los que compraron el abono de cuatro días y se queden con solo tres jornadas de fiestas. Y, en un gesto que les honra, han corregido el agravio hacia el público local regalando entradas a los empadronados en la comarca. Ahora DMF se celebrará a pocos kilómetros de Barcelona, y no me extrañaría que eso supiese un incremento de la venta de entradas. MARIO G. SINDE
En contra: Un festival obsoleto, demodé y más propio de una función de fin de curso para jubilados con pasta que un festival del siglo XXI. Huele a naftalina que tira para atrás. “Resurrection Edition”…. ¿de qué tipo de resurrección estamos hablando? Compras una entrada (que vale un pastonazo) para pasar unos días en un sitio idílico -bucólico-, y ver a los grupos favoritos de tus padres (algunos ya a un paso de abandonar este mundo -sí, antes incluso que Mick Jagger-), el Joan Dausà ese que le gusta a tu novia, la Rosalía y cuatro o cinco cosas más que no dan pena (ni producen arcadas). Te gastas otro pastonazo más en esa zona de acampada mega-ultra-vip-chachi-deguays y resulta que al final dicen que te puedes morir allí si caen cuatro gotas, que lo de Biescas se queda en una piscina Toy al lado de esto. Te cambian ese pararaje bucólico y pastoril, por el cementaco de un circuito de carreras, en Montmeló, a 20 km de Barcelona, uno de los sitios más lúgrubes de España… ¿en serio? ¿Dónde quedó ese hippismo catalán de gafapastas y bicis plegables? Ya puede decir misa el gilipollas de Mario G. Sinde (compañero de redacción pero gilipollas al fin y al cabo): esto atufa a anulación o en el mejor de los casos pinta que tendremos un Fyre Festival a la catalana. ¿Tendremos documental en Netflix o lo dará TV3?. JULIA ORTIZ