Megalomanía, poligamia, culto a la personalidad, exceso, marginalidad, pobreza, hipocresía, delirios de grandeza, tristeza y mucha soledad. Todo eso está presente en “Tiger King”, una serie documental de siete episodios producida por Netflix.
“Tiger King” narra la peripecia vital de Joseph Schreibvogel, alias Joe Exotic, el propietario de un zoo de felinos en el estado de Oklahoma, quien se encuentra encarcelado, acusado de haber contratado a sicarios para matar a su archienemiga, la animalista Carole Baskin.
La producción, dirigida por Eric Goode y Rebecca Chaiklin, no se centra únicamente en Joe Exotic, sino que otorga gran protagonismo a las personas que le rodean: sus dos maridos, sus empleados, el director del reality sobre su vida y su mentor, un tal Bhagavan “Doc” Antle, propietario de otro parque de felinos parecido, que se jacta de poseer un harem de mujeres subyugadas a sus deseos y a las que embauca con las artes del líder de una secta. Tampoco podía faltar a la fiesta Baskin, una activista que quiere acabar con el negocio de Joe Exotic, a quien acusa de lucrarse a costa de maltratar a animales salvajes enjaulados y que, paradójicamente, dirige una reserva de felinos en cautiverio denominada Big Cat Rescue.
La serie se vale de un planteamiento documental clásico, con abundantes testimonios y entrevistas, para desgranar las diferentes facetas del poliédrico Joe, un personaje que se asemeja a un cruce entre Hulk Hogan y Freddy Mercury y demanda tantos calificativos para su descripción que mejor no utilizar ninguno. Conscientes de que la realidad que se desplegaba delante de sus narices superaba cualquier guion, los realizadores optan por una narración sobria, que no toma partido y no juzga a unos personajes, que hasta en sus momentos más luminosos siempre acaban resultando sombríos.
Tanto Joe como Carole se confiesan ante la cámara y comparten duros episodios experimentados durante su adolescencia, pero después del lapso de vulnerabilidad aparece de nuevo la oscuridad. Las condiciones infrahumanas en las que viven los empleados del zoo de Joe, el lagrimeo de Carole cuando la llaman la “Madre Teresa de los felinos”, el paseo en el que Doc explica lo compleja que es su vida con tantas mujeres… “Tiger King” es generosa en momentos turbios, aunque no se recrea de forma obscena.
A pesar de que sus protagonistas declaran vehementemente su amor por los felinos y su preocupación por su bienestar, es inevitable llegar a la conclusión de que los animales no son más que una coartada en su obsesión por el estrellato, la fama, el deseo de trascendencia o la relevancia social. “Hay más felinos en cautiverio en EEUU que salvajes en todo el mundo”, se puede oír en los primeros compases de la serie y, a pesar de la contundencia de ese dato, en “Tiger King” prevalece la idea de que nadie está más enjaulado y más solo que sus propios protagonistas.