Andrew Weatherall, DJ, productor discográfico y músico, ha fallecido esta mañana a los 56 años. Según dice su management en un comunicado: “Estamos profundamente apenados de anunciar que Andrew Weatherall ha fallecido a primera hora de la mañana del 17 de febrero de 2020 en el Whipps Cross Hospital londinense. La causa de la muerte fue una embolia pulmonar. Estaba siendo tratado en el hospital pero desafortunadamente el coágulo de sangre llegó a su corazón. Su muerte fue rápida y pacífica. Su familia y amigos están profundamente tristes por su muerte y se están tomando el tiempo para ordenar sus pensamientos”.
Vinculado inicialmente a la escena post-punk, Andrew Weatherall se convirtió en icono imperturbable de la cultura de clubs desde los tiempos del acid. Se ganó una fama como ecléctico selector desde finales de los 80 cuando fue contratado por Danny Rampling como DJ en el club londinense Shoom. Celebrada fue especialmente la producción del álbum Screamadelica de Primal Scream, que selló el estatus de leyendas de Bobbie Gillespie y compañía. Un disco que fue un pilar de ese crossover entre las guitarras y las pistas de baile.
Su actividad se extendió a lo largo de los 90 como miembro de The Sabres of Paradise y, posteriormente, Two Lone Swordsmen, con quienes trabajaría en el sello Warp. Más recientemente, desarrolló una carrera en solitario con puntos álgidos como su disco de 2016 Convenanza. También creo su propio sello, Rotters Golf Club, y seguía ofreciendo maratonianas sesiones de gusto omnívoro.
Como Javier Blánquez decía en la crítica de aquel álbum, “Weatherall era de esa clase de artistas que no da puntada sin hilo, que en todo momento saben lo que hacen y no dejan nada al capricho del azar, aunque a veces sus decisiones nos puedan parecer insólitas, poco comerciales o fuera de lugar. Por ejemplo, no hace mucho le teníamos yendo a los clubes a pinchar rockabilly, con una maletita de singles de los años 50 y 60 perfectamente cuidados, atesorados como si fueran joyas de pálido resplandor, y a los clubbers les hacía bailar entre guitarras diabólicas, chillidos y electricidad antigua. Para Weatherall, todo esto era coherente en su proyecto musical, que hay que entenderlo como un viaje personal que comienza a mediados de los años 80 y que bebe de fuentes generalmente muy antiguas.
Aunque fuera uno de los pioneros del house en aquel Londres que empezaba a descubrir el acid, las pastillas y las noches sin fin, él era un mod de corazón, alguien educado en el reggae, el soul y el rock de tintura más negra. Tarde o temprano, cuando se pasara la primera inflamación technoide, él iba a volver a todo aquello, sobre todo porque en la interpretación de Weatherall, cualquier música negra es bailable y futurista, aunque sea de los años 30″.
Descanse en paz.