Fuego en las calles y silencio en la escena

Nuestra música más callejera y combativa ha decidido quedarse callaíta en una burbuja de sponsors y contratos.

 

Ya sea a través de la Sexta o por Telegram, esta semana a todos nos han llegado imágenes de una Barcelona en llamas. Depende del canal, tendrás una versión u otra, claro, pero si has paseado (o sprintado) estos días por sus calles, habrás visto cómo son los jóvenes que las han recuperado para hacerlas campo de batalla contra el abuso policial y estatal. A fuego, sangre, goma y gas. La ciudad de la playa y la paella congelada es de hecho hoy lo más cercano que tenemos a ese “fuck the police” que veíamos en los temas más reivindicativos del hip-hop retro, del que siempre se han llenado la boca sus imitadores en la escena nacional. Porque, si el urban retrata las vidas de la calle, fuera del mainstream y la protección del estado, esas son precisamente las primeras que se ven afectadas por la violencia del sistema. Y eso el hip-hop siempre lo supo ver. Tenemos por ejemplo el emblemático disco Straight Outta Compton, de NWA, que retrata el ambiente de violencia y abuso policial en Los Angeles a finales de los 80.

Y es que el rap, el hip-hop, la música de la calle siempre ha levantado la voz, sin miedo ni condiciones. Y no solo por aparentar. Se sabe que muchos de los grandes artistas de la época estaban de hecho implicados políticamente en luchas sociales. Hijo de Afeni Shakur, conocida activista de los black panthers, 2Pac cargó siempre de reivindicación y conflicto sus temas, como el conocido himno revolucionario Holler if you hear me, y trasladó ese contenido también en sus entrevistas. Ese carácter desafiante de la música urbana fue el que la hizo tan atractiva para los jóvenes de alrededor del mundo, aunque no siempre hablasen inglés. Pero la crítica y el cuestionamiento a la autoridad se veían implícitos. Y aquí se trasladó cómo se pudo.

Ahora, no es lo mismo cantar sobre cómo la poli no te deja fumar tus porritos en paz que hacer una denuncia abierta y clara a una violencia estructural como es la del racismo. O como podría ser el fascismo en España. Porque recordamos que en nuestro ancho estado de derecho, ha habido ya condenas por letras de canciones de rap, entre muchas otras absurdidades más. Otro ejemplo, reciente y cercano aun estar al otro lado del charco, es Cacerolazo, el tema que ha sacado Ana Tijoux para apoyar los protestantes del reciente conflicto chileno. Empezando de una manera similar a Barcelona, los jóvenes chilenos explotaron ante una ley injusta para salir a reclamar un sistema mejor. En unos pocos días, más de 2000 detenidos y 10 muertos.

Alrededor del mundo y a lo largo de la historia, los músicos se han movilizado contra el abuso usando el escenario como altavoz y el micrófono como plataforma. La música es un arma más efectiva de lo que creemos. ¿Por que aquí sería diferente? ¿Por miedo a ser perseguido como Hasél? ¿Por miedo a perder ese suculento contrato ahora que la escena empieza a despuntar? Aunque la situación no es comparable ni a la desigualdad racial estadounidense ni a la brutalidad del ejercito en Chile, las cifras, vídeos e historias de violencia desproporcionada empiezan a ser difíciles de ignorar. Y es de hecho ahora, con presencia internacional, seguidores de alrededor del mundo y todos los medios para crear que nuestros artistas de nueva ola tienen el poder.

La violencia injustificada y detenciones arbitrarias han hecho que algún espontáneo se moje, como C.Tangana que soprendió a más de uno con su tuit de rechazo a la actuación policial. Aun así, parece que la chillona escena urban estos días hace bling-bling por su ausencia. De hecho, mismo han criticado las integrantes del grupo Tribade, conocidas por su música de fuerte compromiso social, haciendo notar que parece que sus compañeros de gremio se han quedado mudos por miedo a perder contactos o clout, aunque después en sus vídeos vayan de valientes y anti-sistema. Mucho bang-bang y tantas pocas nueces.

Por otro lado, cuentas como La Vendición Records se han ofrecido para hacer de altavoz a quien quiera denunciar el abuso policial en Cataluña, Madrid, Chile o Ecuador después de expresar todo su apoyo para estos, entendiendo la responsabilidad de alguien con plataforma en el mundo cultural. Yung Beef ha dado difusión al tuit y ha contestado a algunos seguidores que la huelga es una herramienta legítima y que las grandes empresas no deberían utilizar el sueldo de los que más lo necesitan a modo de chantaje para evitar que participen en ella.

Si el silencio de la escena urbana nos deja un vacío incomodo, a la vez ha creado un espacio para dar luz a pequeñas joyas como Llàgrimes de Sang, de Flashy Icecram con Chill C y Mr Mad, un tema de urban en catalán grabado en medio de una de las concentraciones de la pasada semana, entre balazo y barricada. En el tema explican sus motivos y frustraciones y denuncian un sistema y una policía que tiene por única función reprimir, y de la que hay que defenderse, sí, con fuego si hace falta. Y menos mal de ellos. Porque, si nuestra música más callejera y combativa ha decidido quedarse callaíta en una burbuja de sponsors y contratos, ¿quien va a cantar para sus oyentes que esta noche vuelven a la barricada? ¿Taburete?