Los emos ya no lloran. Una reflexión sobre cómo las e-girls le han dado la vuelta a la estética.
Las habrás visto bailando, posando, en formato meme o de refilón en el iphone de tu sobrino. Para algunos, las reinas del TikTok. Otros las ven como un refrito de las musas emo que nos poníamos los ya elderísimos millennials de foto en el messenger. Es innegable que desde hace un tiempo las e-girls han conquistado pantallas, escaparates y corazones. Mientras para algunos usuarios son otra farsa de las chicas jóvenes para llamar la atención, ellas han tomado los insultos y se los han apropiado para inundar las redes con los vídeos-meme “e-girl factory” o “e-girl juice”, de los más populares hace unos meses en TikTok. En ellos las chicas muestran como son convertidas a la estética por accidente, riéndose de quien comenta que su actitud es falsa o que van todas iguales, cosa que se ha dicho a las chicas jóvenes cada vez que han creado un grupo o interés. De hecho, el termino “egirl” tiene su primera deifinición en Urban Dictionary el año 2013, donde se las define como “internet sluts”, chicas que buscan encandilar a los usuarios de los rincones frikis de la web: gamers, weeaboos y demás.
Porque si algo nos ha enseñado la historia es que las chicas jóvenes no pueden tener intereses por ellas mismas, y absolutamente todo lo que hacen es para atraer chicos, aunque estos sean lo más parecido un pie gigante lleno de sebo, acné i barba sin cerrar. Pero, ¿qué es una e-girl? Coletitas, corazones pintados y accesorios góticos o incluso punk. Entre lo dulce y lo antisistema. Lo hiperfemenino y lo violento. Su estética es una mezcla de guiños e influencias, puro internet en vena. La paleta de colores recuerda a la corriente scene que veíamos en myspace o metroflog: ropa negra, tops a rayas, pelo de colores… En cambio, el maquillaje toma de las tendencias japonesas más pop: colorete aplicado generosamente hasta los ojos y en la nariz, buscando siempre un look entre loli y enfermizo kawaii. Se combinan capas y ropa holgada como en el grunge noventero com minifaldas y medias preppy. La saturación de accesorios recuerda a la obsesión que toda adolescente en los dosmil tuvo con la tienda Claire’s. Como si a Kurt Cobain resucitara en el mundo de Puella Magi Madoka Magica.
El resultado acaba siendo el absoluto contrario a los estilos que han triunfado en el instagram más millennial: baddies, influencers y vsco cam adictas. Bronceadas, fit, buscando esa especie de glamour urbano en cada selfie. Si las chicas scene fueron una reacción a la estética “mean girls” encarnada por Paris Hilton en los dosmil, las e-girls podrían considerarse fruto del rechazo a la estética imposible de las influencers en instagram. Para las e-girls no hay contour ni facetune; el objetivo no es parecer lo más madura, perfecta, inaccesible y capaz de pagar por inyecciones de botox posible, sino presentarse joven, algo rarita, y, sobretodo, lo más fuera posible de los códigos de sus mayores. Sí, nosotros. La generación del “ok boomer” sigue reafirmandose en su búsqueda para reclamar la juventud que los adultos menosprecian.
Si los millennials nos pasamos la adolescencia lloriqueando con My Chemical Romance para luego terminar tuiteando pucheritos en directo cuando el jefe no mira, la generación Z toma las bases de lo emo, lo punk y el rechazo hacia el mundo que les queda y lo inyecta de una distancia irónica que los hace imbatibles frente a las críticas. En unos años hemos pasado del “haber si me muero” a los gags dadaístas e hiperconscientes donde la estética es protagonista. ¿Qué esperábamos? La generación Z es la primera en crecer realmente en las redes. Nunca han tenido que crear una persona online porque su persona online forma parte de los códigos de socialización entre sus amigos. Y eso les permite escapar la trampa de instagram. No tienen que distinguir la vida real de la vida falseada en nuestros timelines, porque para ellos se vive la vida también a través de las redes, son su misma realidad.
Hay e-girls fuera de TikTok? Depende. Como el fenómeno de la sad girl online de la década pasada, la idea de la e-girl como tal está estrechamente atada a la red. Las e-girls solo hablan a través de las canciones de sus vídeos y se mueven solo con las coreografías de moda en su círculo. Canciones y movimientos son parte de lo que las identifica como tales, además de su aspecto. Son la parodia consciente de una performance, la performance de un nuevo tipo de “cool girl”. Si la “cool girl” de Gillian Flynn le gusta el deporte, las hamburguess y la cerveza, a la e-girl le gusta el anime, tiene twitch escucha rock, aunque lo que está claro es que ya no lo hace por ningún hombre, sino como forma de socialización. Las e-girls cogen sus intereses y los transforman en estética, haciendo de cada accesorio una referencia.
Podría considerarse icono e- girl a la cantante Billie Eilish, especialmente en sus looks más recientes. Junto con el trasfondo oscuro de su música, Eilish se presenta con un estilo que recuerda al de las e-girls. Pelo de colores, ropa oscura, accesorios góticos y detalles hiperfemeninos como las uñas que sin falta luce. La rapera Doja Cat ha expresado su fascinación por la estética, de la que coge algunos elementos aunque el resultado final es más chicle que darks. Aun en las pantallas, el ejemplo ideal de e-girl fuera del TikTok no es otro que el de Harley Quinn en la nueva película Birds of Prey. En ella se presenta al personaje con una fuerte combinación de lo hiperfemenino y lo oscuro o violento. Coletitas, pelo de colores, corazón en el pómulo, cadenas como accesorios, maquillaje punk… En TikTok ya se ha creado un hashtag con más de tres billones de publicaciones donde se recrea el estilo de Harley. #WhatWouldHarleyDo esta promocionado por la película, pero entre sus publicaciones vemos gags, memes, tutoriales y el clasico lip-sync tiktokero con la canción del trailer.