
Aquí van los 10 mejores álbumes (o lanzamientos clave, porque en el underground el formato LP no siempre era la norma) del techno español de los 90.
Hablar del techno underground español de los 90 es desenterrar un tesoro escondido bajo capas de polvo, sudor y cintas de casete gastadas. Fue una década en la que el país, aún oliendo a movida y casi recién despierto de una dictadura, se encontró de bruces con una revolución sonora que llegaba desde Detroit, Berlín y Chicago, pero que aquí se filtró por los poros de una escena tan visceral como caótica.
No teníamos la infraestructura de Alemania ni el pedigrí industrial de Reino Unido, pero sí una energía cruda, una mezcla de hedonismo post-franquista y una voluntad feroz de crear algo propio. Los clubes, los almacenes abandonados y las raves ilegales fueron el caldo de cultivo; los vinilos, las máquinas Roland y los flyers fotocopiados, las herramientas. El techno underground español de los 90 no llenó portadas de revistas ni copó listas de éxitos —eso se lo dejamos al bakalao y a la Ruta del Bacalao—, pero en sus entrañas latía un pulso que aún resuena si sabes dónde buscar.
Esta lista no pretende ser definitiva (¿qué lista lo es?), sino un homenaje a esos discos que, entre sombras y BPMs acelerados, definieron una escena que se resistía a ser domesticada. Aquí van los 10 mejores álbumes (o lanzamientos clave, porque en el underground el formato LP no siempre era la norma) del techno español de los 90, con enlaces para que los escuches y te pierdas en sus frecuencias. Preparad los auriculares, subid el volumen y dejad que el bombo os atraviese.
1. HD Substance – “Substance Abuse” (Boozo Music, 1997)

Luis Rozalén, aka HD Substance, es uno de los nombres totémicos del techno español. Este madrileño llevaba años pinchando y produciendo cuando lanzó “Substance Abuse“, un disco que destila techno puro, sin concesiones, con un pie en Detroit y otro en las noches interminables de la capital. Tracks como “Dark Room” o “Pulse” son mazazos hipnóticos, llenos de texturas ásperas y un groove que te agarra las entrañas. No es un álbum para escuchar sentado; es un artefacto para perderte en un sótano lleno de humo y luces estroboscópicas. Publicado por Boozo Music, el sello que Rozalén fundó para dar salida a su visión, sigue siendo una referencia para entender cómo el underground español miraba al mundo sin pedir permiso.
2. Cristian Vogel – “Busca Invisibles” (Tresor, 1999)

Vale, aquí hay trampa: Cristian Vogel es chileno de nacimiento, pero vivió en Barcelona durante los 90 y dejó una huella imborrable en la escena local antes de despegar hacia la fama internacional. “Busca Invisibles“, editado por el mítico Tresor, es un disco que encapsula el techno experimental de la época: ritmos fracturados, atmósferas densas y una sensación de caos controlado que te envuelve como una niebla sónica. “Gigantic Tautological Machinery” es un viaje de 8 minutos que podría haber sonado en cualquier after del Raval. Vogel era un extraterrestre en una escena que aún estaba encontrando su voz, y este álbum es la prueba de que el underground español podía codearse con los grandes.
3. Oscar Mulero – “A Oculta” (Overdrive, 1996)

Si hay un rey del techno español, ese es Oscar Mulero. Antes de convertirse en el titán que es hoy, el madrileño ya estaba forjando su leyenda en los 90. “A Oculta” es un debut visceral, un puñetazo de techno oscuro y minimalista que huele a vinilo quemado y noches en el New World, el club donde Mulero era residente. “Tension” y “Black Propaganda” son cortes que te transportan a esas sesiones maratonianas donde el tiempo se disolvía. Publicado en Overdrive, este disco no solo marcó el camino de Mulero, sino que plantó una bandera para el techno español: aquí estamos, y no nos vamos a callar.
4. Reeko – “Energía Libre” (Emerge, 1998)

Juan Rico, conocido como Reeko, es otro de esos nombres que han trascendido fronteras, pero en los 90 era un joven asturiano obsesionado con las máquinas y los sonidos industriales. “Energía Libre” es un artefacto extraño y magnético: techno crudo, con ecos de Birmingham y un toque de melancolía ibérica que lo hace único. “Célula” es un track que te golpea con su bombo implacable mientras teje una atmósfera casi cinematográfica. Publicado por Emerge, un sello pequeño pero influyente, este disco es un recordatorio de que el underground no solo estaba en Madrid o Barcelona; también en las periferias había vida.
5. Nuke – “Nuke 01” (Nuke Records, 1995)
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Nuke, el alias de Francisco Ruiz, fue uno de los pioneros del techno en Valencia, una ciudad más conocida por el bakalao pero que también albergó una escena underground feroz. “Nuke 01” no es un álbum en el sentido clásico, sino una colección de tracks editados en vinilo que capturan la esencia de las raves valencianas de mediados de los 90. “Acid Flow” es un himno ácido que te hace sentir el calor de un almacén abarrotado, mientras que “Drift” ralentiza el pulso con un minimalismo hipnótico. Nuke Records fue su plataforma, y este lanzamiento sigue siendo un testimonio de cómo el techno español podía ser tan salvaje como introspectivo.
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6. DJ Pepo – “Hardcore Dreams” (Quality Madrid, 1996)

Pepo González, o DJ Pepo, es una figura legendaria de la escena madrileña. “Hardcore Dreams” es un disco que cruza la línea entre el techno y el hardcore, una mezcla explosiva que define el espíritu de las raves de la época. “Dream Sequence” te arrastra con su bombo acelerado y sus sintes estridentes, mientras que “Lost in Time” ofrece un respiro melódico antes de volver a la carga. Publicado por Quality Madrid, este álbum es un reflejo de cómo el underground español no temía experimentar con los límites del género. Pepo era un chamán detrás de los platos, y este disco, su conjuro.
7. Kike Jaén – “Mekanika” (Geometrik, 1997)

Kike Jaén, desde Alicante, trajo al techno español un enfoque quirúrgico y futurista. “Mekanika“, editado por Geometrik (el sello de Esplendor Geométrico), es un ejercicio de precisión: beats afilados, atmósferas metálicas y una sensación de frialdad que recuerda a los primeros trabajos de Jeff Mills. “Steel Pulse” es un corte que podría haber sonado en el Tresor berlinés, mientras que “Circuit” te envuelve en un bucle hipnótico. Este disco es una joya para los amantes del techno cerebral, una muestra de que en España también se hacía música para la cabeza, no solo para el cuerpo.
8. Espiral – “Transmisión” (Minifunk, 1999)
Espiral fue un proyecto efímero pero influyente de la escena barcelonesa. Transmisión, lanzado por Minifunk, es un disco que mezcla techno con toques de trance y ambient, creando una experiencia que oscila entre la euforia y la introspección. “Frecuencia” es un track que te lleva directo a las pistas del Moog o del Nitsa, mientras que “Eco” cierra el álbum con una calma inquietante. No tuvo la proyección internacional de otros nombres de esta lista, pero en los círculos underground de finales de los 90, este disco era un secreto a voces.
9. Toni Rox – “Raw Material” (Boozo Music, 1998)

Toni Rox, alias de Antonio Rodríguez, fue otro de los protegidos de Boozo Music. “Raw Material” es un disco que respira techno crudo y sin pulir, como su título sugiere. “Iron Beat” es un martillo neumático sónico, mientras que “Dust” te envuelve en una nube de texturas granuladas. Este álbum es un reflejo del espíritu DIY del underground español: no había presupuestos millonarios ni campañas de marketing, solo pasión y máquinas. Escucharlo hoy es como abrir una cápsula del tiempo directo a las raves de la periferia.
10. Pako & Frederik – “Atlantic Breakers” (Stress Records, 1999)

Cerramos con Pako & Frederik, un dúo que, aunque más conocido por su trabajo en trance progresivo, dejó caer esta bomba de techno en 1999. Atlantic Breakers, editado por el sello británico Stress Records, es un disco que mezcla la energía del techno con melodías expansivas, un puente entre el underground y las pistas más comerciales. “Waveform” es un track que te eleva y te destroza al mismo tiempo, mientras que “Deep Sea” te sumerge en un océano de sintes. No es el techno más oscuro de esta lista, pero sí uno de los más evocadores, un adiós perfecto a una década de experimentación.
Estos discos no son solo música; son cápsulas de una época en la que el techno underground español era un acto de resistencia y creación. No teníamos los medios de hoy, ni Bandcamp ni Spotify para viralizar un track, pero había una comunidad que vivía por y para el sonido. Algunos de estos álbumes son difíciles de encontrar en formato físico, pero gracias a las plataformas digitales, su legado sigue vivo. Escuchadlos, bailadlos, sentidlos. Y si alguna vez pasáis por un polígono industrial abandonado, cerrad los ojos: puede que aún oigáis el eco de aquellos bombos.