El contraste entre las emociones más o menos complicadas que uno pudo vivir en el lugar en el que nació y creció y la nostalgia que siente de dicho espacio una vez ha crecido, madurado y se ha marchado de allí; puede resultar paradójico. Low End Activist ha pasado su breve carrera como productor (un lustro ahora) tratando de representar a través de su música la conciencia de la diferencia de clase, racial… Que permeaba el municipio del que procede: Blackbird Leys. Su sonido, entre el bass y el jungle, entre el estilo de Reino Unido de dubstep roto y el grime, siempre ha reflejado con bastante fidelidad nuestro tiempo y las contradicciones inherentes a nuestras sociedades. Sellos como Seagrave o Sneakers Club, en el que saca ahora su LP debut, han reconocido esa capacidad alocada y rompedora de su música, proveyendo al artista una plataforma en la que trabajar hasta que comenzó su propio periplo discográfico.
En el primer LP en solitario de Low End Activist, que lleva por nombre “Hostile Utopia”, podemos encontrar efectivamente esas herramientas que ya empiezan a ser seña de identidad del productor, con algunas intromisiones personales o teóricas, que descentran ligeramente el resultado final. El debut en largo de LEA, comienza esa confrontación de sensaciones desde su propio título. La discordancia y la irreconciliabilidad son la bandera del álbum, que empieza con dos tracks -”Parity” y la canción homónima- de club deconstruido, con sonidos automatizados, breaks agresivos y profundos o samples vocales distorsionados; para enseguida pasar a una de sus herramientas más recurrentes: el grime. Varios colaboradores rapean sobre los ritmos, algo más relajados y menos rotos de LEA cuando éste decide mostrar un ámbito más reflexivo y expresivo a través de la palabra. Mez, Killa P o Cadence Weapon, nos recuerdan ese estilo británico requetesampleado en los tracks de jungle retro-actuales y tratan de aportar al disco una sustancialidad identitaria, la de la barriada británica; la de la diversidad racial.
Desgraciadamente esto no funciona bien. No podemos asegurar que no sea por un prejuicio cultural (un perjuicio, incluso), pero las canciones que cuentan con vocalistas son las menos apasionantes e intrigantes del conjunto. Plegado ligeramente a las necesidades de sus colaboradores, el estilo de Low End Activist no parece tan fuera de control en estos cortes, lo que lo hace perder cierta originalidad e incluso cierta honestidad y puntería a la hora de representar esos sucesos irreconciliables que trata de exponer. ¿Afortunadamente? Este resultado algo menos exuberante se limita a tres canciones (pues incluso la colaboración con Emz es bastante interesante) y cortes como “Exotic Possibilites” o “Amphibious Centurions” poseen una tensión y una mezcla estilística, entre las percusiones dub, los breaks y los sintetizadores oscuros; de lo más sugerente. Conforme nos acercamos al final, el sonido de Low End Activist parece ir acoplándose en una suerte de reconciliación no exenta de sobresaltos. Como un Burial algo menos nostálgico, que se permite jugar con cadencias que son tendencia y con sonidos algo más espaciosos, “Hostile Utopia” nos recuerda que no hay que romantizar nuestro origen, pero tampoco renunciar a él categóricamente. La coexistencia de esas dos formas de entender lo propio y lo ajeno, es lo que subsiste en el resultado final. Un álbum que es por derecho propio de 2022, no como la mayoría de los que se publican en la actualidad.