Melenas, extensiones y pelucas: flexin’ por los pelos

¿Por qué las divas llevan melena? Cómo la flex culture también se define a través del peinado.

 

Rosalía ha sacado el tema Juro Que en formato videoclip, en el que, si hace casi un año nos hipnotizaba con sus uñas, ahora lleva el foco a las composiciones con su pelo. La vemos con dos moñitos a lo Chun-Li, con toda la cabeza decorada con conchas, y luego a pelo suelto en dos looks distintos. En ambos looks, oros en forma de pasadores y clips ornamentan sus ondas, que casi recuerdan a algunas representaciones de María Magdalena.

Si pensamos en los looks de las divas y folklóricas de nuestros días, lo tenemos claro: uñas, eyeliner, aros, morritos y melena. Melenaza. Ya desde el pobre Samson, parece que el pelo nunca ha sido solamente pelo, sino que esconde significados mucho más allá de su aparente función decorativa. Atractivo, fuerza, sensualidad, poder y feminidad; atraviesa océanos de tiempo y vuelve, la melena siempre vuelve, de la Venus de Botticelli al imaginario contemporáneo de la artista Carlota Guerrero.

Esta vez ha sido la estética del hip-hop y el RnB quienes han retomado la tendencia haciendo que melenas, pelucas y extensiones recuperen el foco para volver ser exhibidas como trofeos de lo hiper femenino, como otro oro. Bad Gyal, Cardi B, Beyoncé y la Rosalía, todas ellas han incorporado el pelazo no sólo a su discurso estético sino incluso a sus coreografías. “You like my hair, gee thanks, just bought it”, canta Ariana Grande en 7 rings, haciendo el papel del rapero que presume de coche pero en rosa chicle. 2019 fue quizás el año en que finalmente se empieza a hablar de extensiones y pelucas completamente fuera del estigma, convirtiéndolas poco a poco en un lujo más del que presumir.

Y es que, por mucho que la fascinación hacia las melenas se haya repetido constantemente durante la historia, la incapacidad para hacerlas crecer de manera natural o dentro de los cánones de belleza europeos, casi siempre ha sido motivo de vergüenza. A Grande se le criticó precisamente la frivolidad con la que se aprovechó de un tema que históricamente había sido considerado tabú en las comunidades racializadas y trans y por el que constantemente se las ridiculizaba, aunque ella asegura que simplemente quería hacer auto-burla de su emblemático peinado de cola de caballo.

¿Dónde empieza, la fascinación por el pelo? Las extensiones más antiguas que se conservan provienen del Egipto de hace más de 4.000 años. Aunque los pelucones a lo Liz Taylor se eran para ocasiones especiales, sí se han encontrado restos de lana trenzada con pelo humano para dar más volumen al peinado. En las antiguas dinastías de China o en la India, el pelo se volvía protagonista con ornamentos o intricados peinados. ¿Por que? La piel, las uñas y el pelo son nuestros primeros chivatos en cuanto a salud, y, según en qué tiempos, que no la fueras a palmar en dos días era bastante atractivo. La salud es estatus. Pelo largo, grueso y voluminoso a menudo significa salud, vigor o, sorpresa, fertilidad.

Que el sexo vende es casi más antiguo que las extensiones de Ramsés, y es por eso mismo que, saltando unos miles de años, las mujeres de finales del siglo XIX se fotografiaban enseñando sus cabelleras, que en ocasiones llegaban hasta el suelo. Los nudes de tu tatarabuela Antonia, vaya. Sí, la belleza siempre ha sido una cuestión de estatus. La belleza siempre ha sido clasista. Si los pobres se desloman en el campo, los cánones dicen que lo bello es ser pálido; si los pobres viven encerrados en fábricas, lo bello es estar bronceado. Una melena larga no solo significa buena salud sino que además seguramente vives sin ninguna otra obligación más que peinarte. Que llevas una vida de lujo, derroche y glamour furry. Los peinados elaborados no son prácticos para trabajar ni son fáciles de mantener sin ayuda profesional. Sin pasta, sin clout, y tu con estos pelos.

La música urbana ha sido siempre campo de batalla para la vanguardia estilística, llevando al escenario las tendencias de colectivos menudo olvidados por el mainstream, como la comunidad negra, latina o gitana. Las coloridas pelucas de Kylie Jenner en la pasada Met Gala no hubiesen visto la luz de no haber sido por looks como el de Lil Kim en los MTV VMAs de 1999, donde la rapera lució un total look morado conjuntando traje y peluca, tendencia que las divas contemporáneas están recuperando.

Ya es casi tradición ver en los stories de Bad Gyal a la catalana pidiendo maquillador y técnico de pelucas para su próximo concierto. Raperas más mainstream como Nicki Minaj, Cardi B o Megan Thee Stallion han hecho de su melena infinita una parte indispensable del personaje. En un momento donde la ansiedad y el estrés son epidemia, ser capaz de hacer crecer esas matas de pelo,es todo un power move. Oye, y que te las puedas pagar, también.

Por otro lado, en una sociedad que vive prácticamente a través de su representación en las redes, nuestra identidad acaba inevitablemente enredada con esa imagen que proyectamos online. Alguien que vive de o para su imagen no puede permitirse aburrir a nadie con esa media melena de cole de monjas. El pelo es el principal recurso que tenemos para emular una identidad, moldearla y cambiarla. El pelo es un discurso en si mismo. Desde la trenza de lechera de cuando estábamos todas obsesionadas con Lana del Rey y con llamar daddy a cualquier tío que nos sacara dos años, al corte de Amélie 2: el Retorno que vuelve ahora en la escena indie. De los baby-hairs de FKA Twigs, a la apropiación de peinados que sobre otro tono de piel se perciben de manera muy, muy distinta.