“La cultura de club es cultura” fue el grito de guerra ayer en Neukölln, Berlín. Los vecinos se congregaron ante la puerta del consistorio para protestar contra el cierre del mítico club alemán. Clubbers, jovenes, personas mayores y familias corearon consignas como “Dejadnos bailar”, “El Hard Trance contra la especulación inmobiliaria” o “ACAB: all clubs are beautiful” -reconstruyendo el famoso eslogan “All cops are bastards”-. Desde un pequeño escenario se emitían clásicos del techno y el teniente de alcalde de Neukölln estalló con un contundente “La cultura de club es cultura”.
Inaugurado en 2011, el club Griessmuehle, una antigua fábrica en la cual se fabricaba pasta, finalizará su actual contrato de alquiler el 31 de enero. Los propietarios planean derribar el club y construir oficinas. El fundador del club declaró: “No hay ninguna razón por la cual el club no debería funcionar como de costumbre. Es una pena para todos, para la comunidad y para todos los usuarios. No solo celebramos eventos musicales, también hacemos sesiones de cine y organizamos mercadillos. Tenemos un fuerte arraigo con la ciudad y con la cultura. Esto no es justo para nadie”.
En declaraciones a la prensa local uno de los manifestante realizó una interesante reflexión: “Es uno de los últimos bastiones del verdadero techno, el techno underground, en un espacio cada vez más comercializado como Berlín. Es un lugar increíble, un lugar donde realmente puedes expresar tu verdadero yo. Perder en algún lugar así realmente, realmente duele”. Una vez más ciudadanos e incluso políticos demuestran que el patrimonio -material e inmaterial- cultural alemán también es techno. Algo que en pleno 2020 se nos antoja poco menos que imposible en España.