Americana Film Festival: Strawberry Mansion

Un año más el Americana Film Festival se encarga de acercarnos durante estos días (del 15 al 27 de Marzo), desde sus localizaciones en Madrid y Barcelona, y también a través de la plataforma Filmin, a todo ese atractivo, amplio y desconocido cine proveniente del otro lado del Atlántico que es manufacturado más allá de los márgenes de la industria Hollywoodense.

Un cine que generalmente se nos pasa por alto, de corte independiente y distribución escasa en nuestro país y al que es complicado tener acceso fuera del circuito internacional de los festivales de Cine. Es mediante acertadas iniciativas como esta que podemos tener a mano y disfrutar, incluso desde casa, de una compacta y siempre atractiva recopilación de títulos con el sello Made in USA.

Sin duda, una de las películas que más nos ha sorprendido para bien en la presente edición es ésta que nos ha llegado en forma de colorido cuento cósmico de ciencia-ficción y potente estética retro-futurista.

Su título, “Strawberry Mansion”. Está dirigida por Kentucker Audley y Albert Birney, pareja artística que se dio a conocer en 2017 con aquella extravagancia protagonizada por un gorila titulada “Sylvio”.

Su nuevo trabajo nos sitúa en un futuro cercano en el que las grandes industrias han conseguido llegar a controlar nuestros sueños para poder sacar rédito económico de los mismos. James (Kentucker Audley) es un auditor del sueño, un cobrador de impuestos oníricos que tiene que trasladarse hasta una remota granja (esa Mansión de color de fresas a la que alude el título) para realizar una auditoría a una anciana artista llamada Bella (Penny Fuller), la cual, apartada del mundo, vive de manera bohemia, y lleva años sin cumplir sus pagos de esta ilusoria declaración de la renta.

No estamos ante una película redonda. Es cierto que su guión flojea bastante, sobre todo en su segunda mitad y la película se pierde girando una y otra vez sobre si misma. Pero lo que si podemos afirmar de manera rotunda, es que estamos ante una película necesaria e inspiradora de fascinante factura artesanal.

La fotografía de Tyler Davis es realmente embriagadora y la banda sonora a cargo de Dan Deacon, viejo conocido para los seguidores del Indie más experimental, funcionan a la perfección como respaldo de un trabajo en el que a simple vista se puede apreciar la delicadeza empleada en su construcción. Una película que está llamada, si es capaz de llegar a su público, a convertirse en una pequeña obra de culto.

Strawberry Mansion” es una llamada al alzamiento anti-consumista que supone un hermoso paréntesis, una pequeña y evasiva ensoñación para desconectar de este mundo que sin remedio se dirige de cabeza hacia el incierto Metaverso.

Que una película tan idealista, esperanzadora, que se erige como una apología certera del poder de la imaginación, incitando a su más acérrima defensa, se haya podido tan siquiera realizar en esta era de oscuras incertidumbres es cuanto menos, quimérico y por supuesto, elogiable.

Me pregunto cómo hubiera reaccionado mi yo adolescente si con 13 o 14 años hubiese descubierto un film semejante, un delicioso e inocente delirio lisérgico por el que campan a sus anchas animales parlantes antropomorfos, monstruos marinos y en el que si te soplan te puedes llegar a inflar como un globo.

Imagino el incendiario estado de felicidad que me hubiera provocado y cómo me habría incitado a descubrir gran parte del cine en el que “Strawerry Mansion” se inspira: desde las virtuosas manualidades de Terry Gilliam a los laberínticos recovecos mentales que juntos concibieron Spike Jonze y Charlie Kaufman;así como los primitivos efectos en stop-motion de Harryhousen, los poéticos oficios de Svankmajer o las imaginativas soluciones pre-digitales que Arnold Gillespie concibió para “El Mago de Oz”.

Por no hablar de los hermosos planos superpuestos que tan frecuentemente aparecen en el onírico universo de Lynch, o del orgasmo visual que provoca la retro-locura expresionista que practica con maestría el canadiense Guy Madin.

Me pregunto cómo sería volver a sentir todo eso y mucho más, porque “Strawberry Mansion” bebe de infinidad de fuentes creando un poderoso ejercicio de imantación referencial muy recomendable para todos aquellos que tengáis al cargo jóvenes en edad adolescente.

Haced todo lo posible por separar durante un rato su mirada del móvil, de los likes, los challengers y otras nimiedades tiktokeras e invitadlos a compartir el visionado de “Strawberry Mansion”.

¿Quién sabe? con suerte, alguno de ellos comienza una apasionada y prolongada historia de amor con este mágico proceso alquímico al que llamamos Cine y en unos días lo sorprendéis creando un croma con tela verde en alguna pared de vuestra casa.  Eso indicaría que Kentucker Audley y Albert Birney han logrado su objetivo.