Veo en Netflix The Goop Lab, la serie documental basada en el estilo de vida alternativo que promueve Gwyneth Paltrow desde su empresa Goop, un imperio valorado en 250 millones de euros. La serie, que no tiene desperdicio, está dirigida mayoritariamente a señoras de mediana edad -el que les escribe la ha visto con la polla y los huevos así puestos para atrás, como el de El Silencio de los Corderos, por aquello de empatizar más con la basura que nos explica/vende-. A saber: curas energéticas, contactos con el más allá, rejuvenecimiento de la piel y hasta una guía para correrse bien a gusto, como si tener un orgasmo fuese una cosa común para todos los seres humanos o como si fuese una puta mierda industrializada que se puede comprar en su web.
Cada capítulo empieza con la siguiente advertencia: “Esta serie está diseñada para entretener e informar, no ofrece consejo médico”. Como queriendo decir: “señora, si se le ocurre probar cualquier magufada de las que propongo y le sienta como una patada en el útero con unas Martens pues se jode, porqué soy Gwyneth Paltrow, criadora de canarios -se aparta las bragas para enseñar el coño- y este es mi campeón”. Pero ojo, si algo no es Paltrow es tonta. En cada episodio trae a supuestos investigadores, doctores y expertos de las materias que trata para así, con una supuesta pátina “de ciencia” poder reforzar sus argumentos y engordar sus beneficios económicos. No es lo mismo que te venga la señá Paqui, la vecina de tu madre de toda la vida, y te diga que metiéndote un tripi se cura la depresión o que si te metes una lavativa de 8 litros de miel y romero cada dos días te realizas como mujer y además adelgazas, que no que venga la Paltrow y te lo diga por la tele. Da más empaque, otorga más caché a la magufada y además es trendy y guay. Cuando lo que realmente es es una putísima mierda infecta propia de locas del coño que tienen el ego como el Santiago Bernabeu: vamos que le cabrían 81.044 personas sentadas en su coño moreno y ni se inmutaría.
A la Paltrow le están cayendo palos por todos los lados. En la serie promueve métodos y productos que además de escapar del raciocinio de cualquier persona sin problemas psiquiátricos severos, son peligrosos, como hacerse baños de vapor en el coño (destruyendo y desforestando toda la flora vaginal) o el famoso huevo de jade que según ella, cuando te lo metes dentro “dota al cuerpo de equilibrio” y por los que ya tuvo que pagar una multa de 145.000€. Una basura que transita entre pseudociencia y la medicina, pero una basura bella y con clase, bien vestida y educada, como ella.
No todo es malo en The Goop Lab. El tercer episodio, llamado “El placer es nuestro”, trata abiertamente el tema de las vaginas y sus diferentes tipos de labios y el orgasmo. Es un episodio didáctico y educativo donde se habla abiertamente y sin tapujos sobre pornografía y cómo afecta a la autoestima de las mujeres con interesantes reflexiones sobre el cuerpo de la mujer y sobre el tabú del orgasmo en generaciones pasadas. Tampoco vamos a desvelar todas las magufadas que pueblan toda la serie, no haremos más spoilers para aquellos fans de lo trash que como John Waters -presumiblemente- se deben estar haciendo pajas viendo la serie.
Lo mejor de la serie es cuando la Paltrow -reconocida consumidora esporádica de eme– se lleva a su asistente a Jamaica y le cura de un trauma infantil a base de setas alucinógenas. Y ojo que en el mismo episodio saca el testimonio de personas que han pasado por este tipo de tratamientos: una señora que intenta rehacerse del suicidio de su padre, una persona que ya curada del cáncer tiene ansiedad por volver a pillarlo y un soldado que ha intentado suicidarse sin éxito un porrón de veces. La Hora Chanante. Si lo ves fumado hasta te hace gracia, pero piensas ¿habrá quien se lo tome en serio? y entonces entras en estado de shock. Se te hiela el cuerpo. La Paltrow y sus magufadas: terrorífico