Los bpms no tienen género, pero es importante encauzarlos en materia feminista

Una mirada con expectativas y deseos de cambio en el sector.

 

Cuando desde la dirección de esta revista se me propuso abordar el tema del feminismo y la música electrónica no lo dude un instante. Ya que, primero que todo, no es necesario por ejemplo, que sea 8 de marzo para plantear el porqué es imprescindible tomar consciencia de género, en un campo en constante crecimiento y avance como es el de este estilo musical. Y segundo, porque es también un sector en el que, tristemente, la figura de la mujer ha sido vilipendiada y renegada, denigrada e infravalorada por la historia en sí, así como por el progreso que esta industria haya podido experimentar.

Antes que nada, me parece cuanto menos oportuno, sobre todo para aquellos cuñados y cuñadas, ignorantes de boca grande y mente hueca que, aún a día de hoy no tienen muy claro que significa el concepto de feminismo, y que, cuando lo oyen rápidamente fruncen el ceño, muestran desagrado, se sienten incluso atacados y atacadas y deciden emprender con ello una disputa, como si fuese algo que hubiese siquiera que debatir, por lo tanto, aclarar pues a que hace éste referencia:

Es una toma de conciencia, y es hacerlo en materia de género. Supone darse cuenta de las mentiras, grandes o pequeñas en las que está cimentada nuestra historia, nuestra cultura, pero también la economía, los grandes proyectos sociales como los cotidianos detalles de la monotonía. Es una teoría y práctica política y ya no tanto, articulada por mujeres, pero con los hombres como aliados, como compañeros, que tras analizar la realidad en la que vivimos, toman conciencia de las discriminaciones que sufren sus madres, sus hermanas, sus hijas, sus amigas por la única razón de ser mujeres y deciden organizarse para acabar con tales desigualdades, en resumen: para cambiar la sociedad. Y aunque muchos y muchas se empeñen en pensar que surgió con movimientos relevantes para su devenir contemporáneo como el #Metoo o el Time’s Up, cuenta con tres siglos de historia a sus espaldas.

Ahora bien, ¿qué relación guarda este movimiento con la música electrónica?

Desde sus inicios, la música de baile ha servido para unir a la gente, a los grupos minoritarios y denigrados por la sociedad del momento. Claro y evidente ejemplo de ello es el surgimiento del house, del disco y del techno en clubes homosexuales y frecuentados por la comunidad negra de Detroit, Chicago y Nueva York en la década de los 80. Aunque hoy en día gran parte de ella se disfrute en clubes predominantemente blancos de Europa o en enormes festivales. Y mientras que la vida nocturna en el mundo de la electrónica puede y debe servir para construir comunidad y divertirse, también propicia de forma deplorable el acoso, la discriminación y la desigualdad, tanto entre sexos, razas como personas de diferente condición sexual.

Cabe decir que, la contribución de las mujeres a lo largo de la historia de la música electrónica ha sido enorme, pero con demasiada frecuencia indocumentada. De hecho y muy posiblemente, los artistas más innovadores en materia electrónica han sido mujeres y qué, que su historia rara vez se cuente -con algunas excepciones- dice mucho sobre el sexismo que existe en un área de la cultura que se supone que es, en su mayor parte: abierta, liberal e igualitaria.

Y es que, es muy probable que desconozcas la extraordinaria aportación de figuras femeninas como la de Elisha Gray, inventora del teléfono junto con Bell, quien patentó el electroarmonio, o piano electromusical, capaz de mandar notas a través del cableado telefónico en 1876. O Clara Rockmore, una artista clásica lituana que fue la primera en alcanzar la aclamación generalizada con el instrumento del theremin en 1928. E incluso, la de Delia Derbyshire, compositora de música concreta y miembro del grupo de músicos del Workshop de la BBC, que impulsó la música electrónica para programas de radio y televisión de la cadena británica a partir de la década de 1960. Por mencionarte algunas. Pero tras ellas, vinieron muchas más, que como digo, tristemente han sido olvidadas por la historia, por sus coetáneos, por nosotros y nosotras, y que, por supuesto, ni en vida, ni ya fuera de ella han recibido el mérito y mención que indudablemente merecían.

Es innegable que el mundo de la música –en general– ha sido durante mucho tiempo conocido por ser una esfera en la que el acoso sexual, el asalto y la objetivización han constituido el pan de cada día para las mujeres. No obstante, en los últimos años ha habido más que un atisbo de cambio muy necesario. Por eso no digo que no hayamos avanzado, nada que ver, creo que estamos en el buen camino, y que este, como decía Machado se hace al andar. Sin embargo, apunto que aún tenemos recorrido como ancha es Castilla. No sé si me explico: hay prisa y, por supuesto, no debe haber pausa.

Los medios sociales e Internet han sido y son un instrumento aliado, dando voz a las previamente silenciadas. Y donde una voz es poderosa, muchas pueden comenzar una revolución. Porque, si tanto nos llenamos la boca con decir que la música electrónica es cultura, hemos de hacer ver y mostrar que las mujeres, que la igualdad entre géneros es una parte implícita de ella que con ahínco debemos de hacer valer entre todos y todas.

Como digo, las redes sociales se han vuelto un medio para que las mujeres podamos hacer oír nuestras voces e historias, tal vez más notoriamente que nunca, y hemos encontrado formas de fortalecernos mutuamente mientras destruimos así al patriarcado. Pero no solo las nuevas tecnologías están propiciando el cambio que tanto anhelamos, sino también, gracias al surgimiento de colectivos, agencias y plataformas como Discwoman o SheSaid.So, la primera comunidad de mujeres en la música que conecta a miembros de todos los sectores de la industria, en todo el mundo. Las cuales y como dejan patente en su manifiesto, están creando conciencia sobre la brecha de género y presionando para que se produzcan cambios en las políticas que promuevan la igualdad, la diversidad y la inclusión. Aumentando el número de mujeres en todos los sectores y niveles de la industria, en particular en puestos de liderazgo ejecutivos y técnicos. No obstante, existen muchas más acciones que secundan y favorecen dicha transformación.

¿Qué más se puede hacer?

Al final y nuevamente, el campo de la música electrónica no deja de ser otro terreno más donde llevamos a cabo una lucha constante en la que hemos de probarnos a nosotras mismas, y aveces, muchas, con el fin de callar bocas. Pues os aseguro, han sido cuantiosas las veces que mis ojos han visto comentarios en las redes, cuestionado los quehaceres artísticos de mujeres DJs, como también las ocasiones en las que a mis oídos han entrado comentarios muy poco oportunos, muchos de ellos objetivizando a la artista que tenían delante. Por lo tanto, creedme, lo que determinará el progreso en este ámbito, llegará cuando se permita a las mujeres expresar su feminidad y sexualidad sin estigmatización. Ya que, las microagresiones verbales y sutiles, así como las formas más ambiguas de sexismo son más comunes que el acoso descarado. Aquellos vocablos que parecen inocentes, aquellas ideas que soltamos sin pensar porque están asentadas en nuestro entorno, esparcidas por nuestro imaginario colectivo, son al final las que degradan nuestro valor como profesionales. Porque, lo que estamos sufriendo, en ocasiones, no es más que una brecha de empatía relacionada con las historias de las mujeres, y su capacidad para ser creídas y no ser cuestionadas, del modo, forma o manera que sea.

Algunas de las medidas más interesantes que han generado ese cambio de consciencia del que hablaba al principio, más allá de crear por ejemplo, festivales paritarios y necesarios como como ha hecho este año el Primavera Sound o como el Dantz en San Sebastián, incluyen algunas otras como la tomada en 2012 por el club londinense Fabric, quien lanzó una campaña en la que se colocaron carteles en el club, capacitando a todo el personal en la detección de cualquier comportamiento inapropiado en la pista de baile, pero también en la forma de ayudar a las víctimas y manejar la situación, contando así con un equipo de asistencia social para ello. Y que muchos clubes de nuestra península, así como festivales han seguido con esa idea de, un festejo libre de agresiones machistas.

Otra de las que más me llamó la atención fue la que lleva a cabo por el festival británico Lost Village, quien en particular ha creado un número de teléfono en funcionamiento durante todo el fin de semana que dura el mismo para poder denunciar cualquier tipo de agresión. Ya que, los festivales son esencialmente un microcosmos de la sociedad cotidiana y tienen un papel increíblemente importante en la prevención y erradicación del acoso. En palabras de su co-fundador Andy George: ‘’La gente actuará de acuerdo con el telón de fondo que tú creas, por eso nos centramos tanto en todos los pequeños detalles, es decir, dando lugar a espacios más seguros y creando un entorno positivo. (…) Los festivales son entornos utópicos que deben proyectar lo mejor de estos valores.’’

El cambio es posible si todos y todas nos aunamos a ello

Durante demasiado tiempo en la vida nocturna hemos tolerado comportamientos inaceptables, y esto ha llegado a un punto de inflexión. Y aunque no dejan de ser pequeños detalles, son estos los que, poco a poco, ayudan a cambiar la mentalidad férrea y arcaica, así como patriarcal en la que nos hayamos sumidos y que muchas veces, en ocasiones demasiadas y reiteradas, nos empeñamos en negar, cegados por el propio poder de aquello que, de una vez por todas, deseamos desterrar.

No todos los chicos de 18 años de edad que van a una discoteca por primera vez necesariamente están al día, de hecho y con las recientes noticias acaecidas en materia machista, se están teniendo como ejemplo verdaderas burradas. Necesitamos mostrarles el camino para ser una parte más saludable de la cultura de la música de baile. Comenzar con una señalización sutil pero importante desde el principio, debería fomentar la comprensión en el futuro.

Es importante, además, ser un ejemplo para las generaciones venideras, que las niñas pero que también los niños entiendan que la música electrónica es un entorno donde ambos géneros pueden convivir. Potenciar el Do It Youerself entre esas niñas y jóvenes que quizá ven este mundo como cosas de hombres. Sin olvidar que, este trabajo es también un trabajo de desaprender. Los sistemas de opresión se comprimen en las mentes, cuerpos y espíritus humanos, generación tras generación. Por tanto, se necesita un esfuerzo intencional para deshacer esa influencia. Como también es necesario involucrar a los hombres en la conversación, pues sin ellos no existe tal. Ellos son nuestros compañeros y aliados y sin ellos ni habrá progreso ni mucho menos el cambio que clamamos.

En realidad, hablar sobre términos como ‘feminismo’ y ‘mujer’ ayuda a las personas a comprometerse con el propósito. Y es que, no nos quepa la menor duda de que todos y todas estamos aprendiendo a vivir, por lo que es evidente que necesitamos un espacio seguro y fructífero para ello. Hagamos pues, que la música electrónica recobre muchos de los ideales en los que se cimentó y que paulatinamente está perdiendo, que sea un idóneo camino para conseguir nuestros objetivos, desde el respeto, la legalidad, fraternidad, sororidad e igualdad. Ya que, al final, comprometerse con los derechos de las mujeres no es más ni menos que comprometerse con los derechos de los seres humanos.